Erebos by Ursula Poznanski

Erebos by Ursula Poznanski

autor:Ursula Poznanski [Poznanski, Ursula]
La lengua: spa
Format: epub, mobi
Tags: Novela, Fantástico, Intriga, Juvenil
editor: ePubLibre
publicado: 2010-01-01T05:00:00+00:00


Capítulo 16

—¿Nick? ¡Nick! Dios mío, ¿te encuentras bien? ¡Despierta!

Nick abrió los párpados. El trabajo que le costó enfocar la mirada fue inmenso, pero no nada en comparación con el esfuerzo que hizo para enderezarse. Algo sonaba sobre el escritorio: era el teclado protestando por el peso de su mejilla. Nick lanzó una mirada rápida a la pantalla. «Todo está negro, por suerte».

—¿Te quedaste dormido ahí? ¿En la silla?

—Mmm… puede ser. Probablemente.

Nick tenía la boca reseca y sentía cómo le retumbaba la sien.

—Óyeme, ¿no te estarás volviendo un adicto al ordenador? Por todos los cielos, hijo, ¿qué has estado haciendo todo este tiempo?

«Cortándoles las patas a unas enormes arañas».

—Estuve chateando. Estaba tan entretenido que perdí la noción del tiempo. Lo siento mucho, de verdad, mamá. No volverá a pasar.

Su madre le apartó un mechón de la frente.

—Pero ¿así vas a ir al instituto? Debes de estar muerto de cansancio. ¿Por qué haces esto? Creía que podía confiar en ti. Nicky, necesitas dormir, sabes de sobra que el instituto es muy exigente…

—No tanto, estoy bien —la interrumpió—. Me voy a dar una ducha de agua fría y después estaré listo.

Aunque no lo dijo de manera explícita, el ofrecimiento de faltar al instituto que se escondía en la verborrea de su madre era muy atractivo, pero, por desgracia, no era el día adecuado. Las arañas habían supuesto tanto trabajo para Sarius, que tuvo que recurrir a la ayuda del mensajero y aceptó otro encargo. «Nada de jugar en vez de ir al instituto». Además, se moría de curiosidad. Quería ver a Eric y a Emily. Quería saber qué había pasado. Si es que había pasado algo.

En el espejo del cuarto de baño, Nick observó las profundas marcas que el teclado le había dejado en la cara. ¿Cuándo se quedó dormido? Aún recordaba su encargo y también cómo buscó con los ojos escocidos un pedazo de papel para anotar las indicaciones del mensajero. Después de eso, se quedó dormido.

Tomó un baño de agua caliente, luego de agua fría y luego otra vez recurrió a la caliente. Así y todo, seguía sintiéndose mareado. El aroma de café de la cocina se mezclaba con el olor del gel de baño. La combinación le revolvió el estómago. Tal vez quedarse en casa fuera la mejor opción. Pero los días libres valían su peso en oro.

Dobló el trozo de papel donde había escrito su nuevo encargo y lo guardó en la cartera. Después metió la cámara en la mochila. No entendía el sentido del encargo, en esos momentos era casi tan indescifrable para él como la noche previa. «No importa». Después de eso sería un ocho.

El recuerdo del deseo que había pedido lo acompañó todo el camino al instituto. A pesar de que era una tontería: dentro de unos días el mensajero le llamaría y le ordenaría que deseara otra cosa. Nick debía estar preparado, tenía que pensar en algo que fuera bueno. «Algo con sentido, claro». No le hacían falta los remordimientos de conciencia.

Con ese pensamiento torció para entrar en la calle que daba al colegio.



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